«A nuestra querida entrenadora Laura:
Te escribimos esta carta después de nuestra última sesión. Queremos agradecerte toda la paciencia.
Cuando llegaste a nuestras vidas ni los humanos ni yo nos estábamos comunicando bien. Pero todos queríamos trabajar juntos de manera positiva.
¡Vos nos ayudaste! Mis humanos creían que me entrenaban a mi y, sin embargo, aprendieron que ellos también estaban cambiando.
Gracias por ayudarles a establecer mis rutinas de juego, de paseo, de caricias… El secreto es cómo pudiste ver lo mejor de cada uno de nosotros y canalizarlo hacia acciones. Las tareas eran fáciles. Lo difícil era cumplirlas todos los días. Creo que nos sacamos un 100 por la perseverancia, a pesar de mi adolescencia rebelde a ratos.
Gracias por las correcciones: no son mi parte favorita (ni la de los humanos) pero son importantes para que yo entienda los límites y para que ellos me comprendieran como perro. En este tema, fueron muy importantes los tips para socializar con humanos nuevos y con perros. Salúdame a Kuma y a Auri. Gracias a las interacciones con ellas mejoré mi relación con Sammy (dice que otro día te escribe ella también).
Gracias por ayudarnos a fortalecer el vínculo. De todas tus enseñanzas, la que nos marcó para siempre es el peso de la comunicación corporal y cómo mis humanos al usarla cambian su estado de ánimo y su comportamiento. Mis humanos dicen que nos acostumbramos a los refuerzos negativos en la vida. En este entrenamiento se dieron cuenta de lo duros que son consigo mismos algunas veces. Y ahora se esfuerzan por enfocarse en las comunicaciones positivas.
Desde que llegaste a nuestras vidas soy una perrita feliz y mis humanos están mucho más equilibrados.
Con cariño,
Chiky
PD: Para leer más sobre mi proceso de entrenamiento y el de Uni-CLI, visita